Rodeada de naturaleza en el municipio de Malinalco, Estado de México, reflexioné sobre cada cosa que componía esa infusión. Una taza de té que pude compartir con las personas más importantes de mi vida. Una simple taza de té cuyos componentes naturales han pasado desapercibidos, a excepción de los momentos de enfermedad, cuando las plantas medicinales nos levantan.
Pero, ¿por qué hemos dejado de lado el analizar, profundizar y valorar lo que la naturaleza nos comparte? Vivimos en una actualidad caótica, rápida, del uso y desuso constante en donde damos por hecho que la humanidad es el centro de todo y que la naturaleza nos debe todo; en donde hemos dejado de lado la conexión ser humano-naturaleza, la empatía y el respeto por nuestros acompañantes vivos de este planeta.
El té es una increíble fusión de elementos naturales que viene bien después de una caminata o de un día largo de trabajo. El agua, ese recurso fundamental para la vida en el planeta, uno de los líquidos más peleados, pero menos valorados a nivel mundial. ¿Será verdad que empezamos a valorar las cosas cuando se van? El aroma a jengibre, ese tubérculo asombroso lleno de propiedades antiinflamatorias que dan calma a mi mente.
¡Es increíble que el suelo pueda brindarnos estos tesoros! El sabor y olor profundo a naranja, el cítrico más buscado cuando el frío arropa nuestro cuerpo durante el invierno, aquel fruto lleno de vitaminas esenciales para nuestro funcionamiento. ¡La manzanilla, flor milagrosa! Esa que buscamos cuando nuestro estómago duele, cuando después de una larga jornada nuestros ojos pesan; este ser viviente de la naturaleza que está presente gracias a la polinización y resguardo de campesinos. La buscamos cuando nuestro cuerpo se siente inestable, ¿por qué no hacerlo antes? ¿Sigues pensando que realmente existe una sinergia ser humano-naturaleza?
Finalmente, el ingrediente estrella y nada esperado de mi té: el pino. Hasta ese momento jamás pensé que las acículas del pino recrearan una sinfonía casi precisa con mi paladar. Recuerdo muy bien el sitio donde tomé esa taza de té. Con pinos enormes, troncos que han visto cien años pasar, observando cómo ha cambiado el entorno y como seguimos pensando que la naturaleza nos debe todo. Raíces fuertes que han soportado adversidades, conectadas firmemente en el suelo con otros seres increíbles a través de micorrizas.
En la naturaleza todo tiene sentido. Todo se involucra, todo se aprovecha, todo se regula, se renueva, no hay desechos porque estos son energía y beneficios para otro. Esa magnífica paleta de colores, el olor a pino, una taza de té caliente y tus seres queridos es volver a conectar. ¡Te invito a que lo hagas! No eres el ser más importante del planeta, la naturaleza puede sin ti. Somos seres temporales que estaremos aquí sólo por algún tiempo.
Autora: Allison Castro Flores, Educadora Ambiental