Entre el mito y la realidad: los verdaderos guardianes de la noche

Criaturas del miedo…

Durante Halloween y el Día de Muertos, junto a fantasmas, zombis y brujas, aparecen animales que a menudo asociamos con el miedo: murciélagos, arañas, sapos, gatos negros y lechuzas.

Nuestra percepción de ellos no siempre se basa en la realidad. Su apariencia, colores o rareza influyen en cómo los valoramos y, muchas veces, en cómo los protegemos o los dañamos. Estas ideas repercuten en la conservación, la cultura y hasta la economía (Hernández-Rodríguez et al., 2024). A veces, un simple prejuicio visual o cultural puede ser la diferencia entre que una especie sobreviva o desaparezca de nuestros ecosistemas.

Foto: National Geographic

Historias que dan miedo… y consecuencias reales

Cuentos, leyendas, literatura y cine han reforzado la imagen de estos animales como “peligrosos” o “malignos”. Aunque estas narrativas cumplen un papel simbólico y cultural importante, también pueden generar miedo, rechazo e incluso fobias, lo que repercute directamente en la manera en que la sociedad interactúa con ellos.

Es fundamental distinguir entre la ficción y la realidad ecológica, es hora de mirar más allá del miedo y entender la realidad: ¿por qué son importantes en la naturaleza?

Pequeñas protectoras: 

Las arañas han sido retratadas como criaturas terroríficas en películas y cuentos de ficción. Esto se debe principalmente a sus hábitos: viven en lugares oscuros, construyen telarañas para atrapar a sus presas y poseen veneno (Quijano-Cuervo et al., 2021). 

Estas características les permiten alimentarse y sobrevivir como cualquier otro ser vivo y en ese proceso contribuyen de manera significativa al control de insectos y plagas que afectan nuestros cultivos y jardines (Quaglia, 2024). Ellas nos demuestran que incluso los seres más pequeños tienen un impacto enorme en la naturaleza.

Foto: Beatriz Juárez

Superstición vs sabiduría en la noche

En la cosmovisión mexicana, especialmente en zonas rurales, las lechuzas y búhos se asocian con presagios negativos. Se creía que, si una de estas aves se posaba sobre el techo de una casa y ululaba, era señal de enfermedad o muerte: de ahí el conocido dicho, “cuando el búho canta, el indio muere” (Gallegos y Pérez, 2017).

También se pensaba que las lechuzas eran “brujas” (Charro Gorgojo, 1997), por su plumaje blanco visible en la oscuridad, lo que provoca que las personas las maten cuando son vistas cerca de sus casas. Sin embargo, estas aves son depredadores silenciosos que controlan poblaciones de roedores, evitando enfermedades y daños en cultivos. Más allá del miedo, son guardianes nocturnos de campos y bosques.

Foto: El Sol de México 

Guardianes de la noche

Otro ser incomprendido es el murciélago. La cultura popular lo ha retratado como un ser oscuro, tenebroso o vampírico, inspirado en personajes como Drácula. Sin embargo, solo tres especies son hematófagas (Diphylla ecaudata, Diaemus youngii y Desmodus rotundus) se alimentan de sangre, y no es humana, lo hacen principalmente de aves, reptiles, y mamíferos (Villa Ramírez, s/a).

El resto de las especies cumplen funciones ecológicas fundamentales: polinizan flores, dispersan semillas y controlan poblaciones de insectos, además existen comunidades que ocupan el guano como fertilizante para sus cultivos (Hernández-Rodríguez et al., 2024).

Pese a su enorme valor, muchos son exterminados por miedo o desinformación, pensando que todos “chupan sangre”, provocan muerte indiscriminada de murciélagos, reduciendo drásticamente sus poblaciones, así como la perdida y fragmentación de ecosistemas.

Foto: Gobierno de México

Entre mito y la naturaleza

Si bien las historias y leyendas inspiradas en estos organismos alimentan la imaginación y la cultura popular, es indispensable distinguir entre lo mítico y la realidad. En la realidad, a causa del miedo y la desinformación, muchas de estas criaturas increíbles están desapareciendo o pierden la vida simplemente por representar “algo malo”.

En la cosmovisión prehispánica de México, los seres nocturnos como los antes ya mencionados eran considerados mensajeros del inframundo, estrechamente ligados al dios mexica Mictlantecuhtli (Gallegos y Pérez, 2017). Aunque por sus hábitos nocturnos, sonidos y comportamientos se les asociaba con la noche, la muerte o la enfermedad, también eran respetados, pues se comprendía que cada uno cumplía una función dentro del equilibrio natural.

Aquí solo mencionamos a algunos, aunque no son los únicos. A esta lista se suman los gatos negros, las serpientes, los sapos, e incluso insectos como las mariposas nocturnas. Quizá valga la pena preguntarnos: ¿en qué momento el respeto se transformó en miedo? ¿Fue instintivo o aprendido?

Foto: EcuRed

Del miedo al respeto

Las historias y leyendas seguirán acompañándonos y son parte valiosa de nuestra identidad, pero no deben definir cómo tratamos a los animales. Es momento de recuperar el respeto y la admiración por estos seres, dejando atrás las ideas negativas que tanto los perjudican.

Así que, si este Halloween o Día de Muertos decides disfrazarte o decorar con alguno de estos animales, hazlo desde el respeto y el conocimiento. Recuerda que más allá de los mitos, los animales no existen para provocar terror; cumplen funciones esenciales dentro de sus ecosistemas y son vitales para la biodiversidad: son portadores de vida, equilibrio e identidad cultural.

Fuentes 

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