Escrito por: Stephany Carmona Líder de Innovación Educativa.
Por fin sabemos quienes serán nuestros representantes los siguientes 6 años, lo que nos indica que podemos dar por concluido el periodo de elecciones en México. Todos regresamos a la rutina, desde los contendientes hasta los que ejercimos nuestro voto; sin embargo, hay algo que se queda…Se quedan colgados en los postes de luz, puentes peatonales, se quedan en nuestras calles enteros o en pedazos, hasta en nuestras coladeras y, si bien nos va, terminan en los vertederos. Me refiero a los residuos electorales de las campañas en sus distintas presentaciones: lonas, volantes, vallas publicitarias, etc.
Sería importante que comencemos a cuestionar el impacto ambiental que tienen los residuos electorales, por un lado, la cantidad que se produce es absurda, los ciudadanos no necesitan de una manta cada 10 centímetros para inclinarse por alguna propuesta, tampoco resulta funcional tapizar los puentes peatonales con el mismo cartel 20 veces.
¿De verdad son indispensables estas estrategias?
Producir esta propaganda implica una cadena que no es tan fácil de visualizar en un primer momento, pero de manera general demos un vistazo tomando como ejemplo los volantes. Primero para hacer volantes requerimos extraer celulosa de los árboles que posteriormente se convertirá en papel.
Después ese papel se imprime con distintas tintas, se transporta y llega a tus manos, lo tienes 3 minutos y lo depositas en un contenedor de basura. ¿Puedes visualizar todos los impactos ambientales causados? Explotación de árboles, emisiones de CO2, generación de basura, por mencionar algunos.
¿Qué pasaría si en lugar de tirar los volantes en la calle o al bote de basura los reciclamos?
Estaríamos disminuyendo su impacto ambiental, además, por cada tonelada de papel reciclado estaríamos salvando 17 árboles–aunque sería aún mejor seguir la consigna que el mejor residuo es el que NO se genera.
La realidad en este momento es que aún se opta por estrategias que generan una cantidad exorbitante de residuos, pero, ¿Qué sucede después?
Después de las campañas no hay responsabilidad alguna con los residuos propagandísticos, no hay planes de reciclaje eficientes para hacer frente a esta problemática, solo algunos partidos políticos han presentado propuestas por la presión de distintas organizaciones, sin embargo, carecen de estructura y replicabilidad. Los residuos electorales se quedan indefinidamente.
Son los mismos ciudadanos quienes se organizan en brigadas para liberar los espacios públicos. El tema surge cuando discuten sobre la disposición final de estos, puesto que algunos desconocen a dónde llevar dichos residuos para evitar que se conviertan en basura, por lo que el ciclo de vida terminará en este punto.
Aunque en este periodo pudimos observar el triángulo de reciclaje en la mayoría de propaganda, eso no es suficiente si detrás no hay una estrategia para alargar su ciclo de utilidad. Además, ¿te has preguntado si realmente todos los materiales marcados con el triángulo son realmente reciclables o es solo una estrategia más de greenwashing?
Por ejemplo, algunas lonas estuvieron marcadas por este símbolo y lo cierto es que es complejo encontrar a recicladores especializados en estos materiales, además algunos de los que sí llevan a cabo este proceso prefieren abstenerse de reciclar lonas con contenido político para evitar malos entendidos.
Si bien la propaganda electoral es abrumadora visualmente hablando, es aún más abrumadora para nuestro planeta y la sociedad, pues, día a día vivimos con las consecuencias de la crisis ambiental que seguimos alimentando con decisiones como estas, es momento de apelar a la corresponsabilidad entre gobierno, sociedad y empresas para crear estrategias y que esto no suceda más.