La agricultura regenerativa ha surgido como una poderosa respuesta al desafío del cambio climático y la degradación ambiental. A diferencia de los métodos convencionales de agricultura, este enfoque se centra en la mejora y restauración de los ecosistemas agrícolas, promoviendo la resiliencia y la sostenibilidad a largo plazo.
¿En qué consiste la agricultura regenerativa?
La agricultura regenerativa se fundamenta en el respeto por la naturaleza y su capacidad para autorregularse. En lugar de agotar los recursos, busca revitalizarlos mediante la adopción de prácticas holísticas y regenerativas. Entre sus principios fundamentales se encuentran:
- Agricultura sin labranza: evitando el arado y reduciendo la perturbación del suelo, se preserva la estructura y la microbiología del mismo, permitiendo una mayor retención de carbono y una mayor capacidad de absorción de agua.
- Diversificación de cultivos: mediante la rotación de cultivos y la mezcla de diferentes especies, se fomenta la biodiversidad, mejorando la salud del suelo y evitando la proliferación de plagas y enfermedades.
- Uso de abono orgánico: en lugar de depender de fertilizantes químicos, la agricultura regenerativa apuesta por abonos orgánicos y compost que aumentan la fertilidad del suelo y reducen la emisión de gases de efecto invernadero.
Beneficios frente al cambio climático
La agricultura regenerativa ofrece una serie de beneficios cruciales para combatir el cambio climático y sus efectos:
- Secuestro de carbono: al conservar y mejorar la salud del suelo, se incrementa la capacidad de almacenar carbono orgánico, ayudando a mitigar el aumento de CO₂ en la atmósfera.
- Reducción de emisiones: al evitar el uso de fertilizantes sintéticos y la maquinaria pesada, se reduce significativamente la emisión de gases de efecto invernadero asociados a la agricultura convencional.
- Mayor resiliencia frente a eventos climáticos extremos: la diversidad de cultivos y la salud del suelo aumentan la resistencia de los cultivos a sequías, inundaciones y otras condiciones climáticas adversas.
- Protección de la biodiversidad: la adopción de prácticas regenerativas favorece el hábitat de especies silvestres y polinizadores, contribuyendo a mantener la biodiversidad y el equilibrio ecológico.
Algunos casos de éxito
Numerosos agricultores y comunidades han adoptado la agricultura regenerativa con resultados alentadores. Por ejemplo, en algunas regiones de América Latina, se ha implementado la agroforestería, que combina árboles y cultivos en el mismo terreno, promoviendo la captura de carbono y el aumento de la productividad.
En el sudeste asiático, el sistema de arroz con pato ha demostrado ser altamente sostenible y resiliente. En este método, los patos se crían en campos de arroz inundados, donde se alimentan de plagas y malezas, eliminando la necesidad de pesticidas y reduciendo la huella de carbono.
La agricultura regenerativa representa un enfoque esperanzador y eficaz para enfrentar el cambio climático y revitalizar nuestros sistemas agrícolas. Al adoptar prácticas que priorizan la salud del suelo, la biodiversidad y la sostenibilidad, podemos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y fomentar un futuro más resiliente y equitativo.
Los agricultores, gobiernos y consumidores tienen un papel crucial en apoyar y promover esta forma de agricultura, pues juntos podemos contribuir a un planeta más sano y habitable para las futuras generaciones.